jueves, 1 de marzo de 2012

Cada segundo cuenta.

Un día de estos, cuando despiertes en tu habitación te darás cuenta que algo falla, que no te has despertado entre sus besos, si no con un maldito despertador como el resto del mundo. Sientes algo en la tripa, los dos sabemos que es aunque tú, por enésima vez, te niegas a aceptarlo y comienzas tu rutina. Ella ya no está contigo, y no se te da bien vivir solo, ella se muere por estar contigo de nuevo, pero alejas de tu cabeza esos pensamientos. Estás empeñado en aprender a llevar tu día a día sin su compañía, los dos sabemos que eso es imposible, pero te empeñas, insistes en que tiempo al tiempo y que el mismo las heridas cicatriza. El tiempo pasa, días, meses, te da cuenta que ya no te apetece seguir, que la razón no ganó al corazón, le juraste un para toda la vida y mírate, aquí estás bebiendo borracho en el sofá de una casa que ni siquiera te importa ya. Te propones ahogar en el alcohol tus penas, sabes que eso no va a servir de nada, pero todo ayuda en época de guerra, y chico, estás en plena batalla de amor y orgullo.
Olvida todo, comienza de cero, vuélvela a hacerse sentir en el cielo casi rogando un beso, porque el tiempo pasa y ella ha hecho nuevos amigos, y sé que no te gusta como la mira ese chico moreno que la hace sonreír. Despierta, reacciona, ella fue lo más importante de tu vida una vez, y te aseguro que lo sigue siendo aún habiendo pasado casi un siglo entre beso y beso.

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