lunes, 23 de enero de 2012

Por la mañana


Advertí una nota en su voz, que me señalaba que algo no andaba bien. Te pregunté y como siempre, me besaste con cuerpo presente y mente ausente. Tu beso me supo a despedida, lo corroboraste cuando al llorar, me restallaste la lágrima que caía por mi mejilla y no me dijiste que me querías. A la mañana siguiente, me encontré los cajones vacíos y una nota en tu almohada, no quise leerla, me levanté y me preparé un café a la luz del alba.

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