Por la mañana
Advertí una nota en su voz, que me señalaba que algo no andaba bien. Te pregunté y como siempre, me besaste con cuerpo presente y mente ausente. Tu beso me supo a despedida, lo corroboraste cuando al llorar, me restallaste la lágrima que caía por mi mejilla y no me dijiste que me querías. A la mañana siguiente, me encontré los cajones vacíos y una nota en tu almohada, no quise leerla, me levanté y me preparé un café a la luz del alba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario